Comerse el rock&roll

La melodía de las cazuelas tiene tanto encanto como sonidos en su partitura. Hervir, saltear, freír, marcar, hornear, congelar, enfriar, pochar, ligar, infusionar… Todo acompañado de una filosofía de vida con esfuerzo, virtud, genio, y un sabor único fácilmente comparable con una canción irrepetible.

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Las piezas están hechas a medida, y encajan tan suavemente que es imposible no comparar las dos disciplinas. Dos mundos derrochando cantidades industriales de talento espontáneo, conjugadas en trabajo y pasión por su propio arte. Son músicos y chefs. Son notas y sabores que juegan con el inconsciente colectivo e individual. Recuerdos. Los platos de las abuelas y la canción del primer amor.

Ya son algunos, los años de star system en la gastronomía. Las portadas, los reconocimientos, los photoshoots a lo artisteo. La pompa y el confetti que acompaña al éxito, y que saca a relucir la faceta rockstar de la cocina. Ya se sabe, food is the new rock.

Y además se han mezclado. Esos caminos paralelos se han cruzado y han confluido en chefs tocando acordes y en guitarristas removiendo con el cucharón.

Y al acecho de toda esta nueva escena están los plumillas ávidos de información y fórmulas que nos saquen del aburrimiento de formatos, para llenar de aire fresco el panorama.

Por suerte, vamos teniendo ya unos cuantos ejemplos. En letras escritas, desde el querido Mikel, con su cocina pop, hasta Ricardo Cavolo y Mario Suárez añadiendo sus recetas indies. Saraos con vinilos teniendo a Milone y Pascual Drake de hosts. Y vídeos de la mano de Music Bus, y su catálogo de artistas cocinitas haciendo recetas en Music Cook.

La música y la gastronomía son ingredientes que casan a la perfección y han dado como resultado publicaciones e iniciativas muy apetecibles, agradables a la vista y al resto de los sentidos, que reflejan una nueva forma de ver, leer e interpretar la cocina y la música como un conjunto perfecto.

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El público.

 

Hay miles y mejores recopilaciones que ésta, pero yo añado hoy dos nuevos ejemplos que han sido mis descubrimientos felices de estos últimos días.

MOOD Magazine
Music & Food magazine. Es decir, una revista de música y comida. Ya hay unas cuantas, pero una más siempre es motivo de alegría. Como la tercera copa de vino en esa cena de verano. Celebrar y celebrar.

FOOD & GROOVE
Vídeo Blog Magazine. Gastronomía al ritmo de los capítulos en vídeo, con el fondo de los artículos que recopilan en cada número de la revista. Su misión es capturar momentos, recetas e ideas. Repartir cultura emplatada en música y cocina.

El caso es que hablar de groupies, foodies, gastrogourmets, slow food, mood food, cualquiercosaconfood, es palabrería que disfraza de nuevo lo cotidiano y lo de toda la vida. Los hipsters y la cocina de proximidad, Simone Ortega, y lo vintage, los mercados ecológicos y el vermut, a ritmo de Tame Impala y Raphael. Y mola todo.

Porque no hay nada igual como la buena cocina y la buena música, en vivo y en directo. Felicidad pura que se graba en nuestra memoria. Placeres que nos regalan una vida mejor.

Y ya sólo nos queda brindar por todos los que miman el paladar y educan el oído.