Laura Marling y Ryan Adams se quieren. Se quieren mucho.
Partamos de la base de que la Marling es posiblemente la única que ha competido con un novio por un Mercury Prize y que al mismo tiempo tenía un disco de su ex dedicado a su ruptura. En el caso de Ryan Adams -con permiso de la esposísima Mandy Moore– únicamente comparte esa química inexplicable que sienten dos músicos cuando se complementan.
Tienen esa relación platónica y de admiración mutua, de la que -afortunados nosotros- nos beneficiamos el resto de mortales que apreciamos su talento.
Además de alabar su música, hablan maravillas el uno del otro, tanto que Ryan aseguró deshacerse del 80% de su nuevo material al escuchar por primera vez «I Speak Because I Can» y que gracias a eso, «Ashes & Fire» fue un mejor disco de lo que pudo ser.
Y todo esto sin beneficios ni roce de por medio.
A eso sumemos también que Laura se ha declarado siempre fan acérrima de Ryan, y que ya en su día versionó Answering The Bell y que incluso, le incluía en alguna de sus letras.
«My winding wheel» es la última reverencia que ella le dedica a Ryan. Una versión sincera y sin artificios que da un impulso más a esta pequeña competición de genialidades que llevan desde hace tiempo.
Sin embargo no puedo cerrar este post sin citar el nirvana máximo de este capítulo de amor entre acordes, que tuvo lugar en noviembre del año pasado, en el Live from Abbey Road de Channel 4, donde ambos tocaron «Oh My Sweet Carolina», para disfrute y deleite de nuestros oídos en el mejor de los escenarios posibles.
Oh, el amor entre músicos.