El 20 de enero de 1986 fue lunes, igual que hoy.
Cada año intento mirar hacia atrás y cada año, por suerte, no tengo más opción que agradecer con una sonrisa inevitable.
Este 20.1.20 lo he celebrado con mesa y mantel, comiendo lo que he cocinado, brindando con Viña Cubillo y soplando las velas de una tarta Frankenstein llena de oreo y cookie dough. Pero lo que de verdad me hace sonreír es quien prepara conmigo esa mesa, y quien se sienta en ella, quien me canta cumpleaños feliz en vivo o por teléfono, y quien me ayuda a soplar las velas desde hace un año y ocho meses.
Me encanta cumplir años porque no hay otra manera de seguir aquí, y no hay mejor plan que brindarlos, aceptarlos y vivirlos. Y por supuesto con los míos, con todos. Porque en días así las distancias se hacen más pequeñas y ninguno está lejos.
A mi hoy me toca celebrar treinta y cuatro inviernos, así que bailemos, que es lunes.